Malaherba by Manuel Jabois

Malaherba by Manuel Jabois

autor:Manuel Jabois [Jabois, Manuel]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 2019-04-30T16:00:00+00:00


Y yo ahí me salía del guion y decía, por ejemplo: «¡Desde luego no estas mierdas!» o «Hay que estudiar para ser astronauta», o cualquier cosa que a Elvis le hiciera morirse de risa. Tenía unos hoyuelos simpatiquísimos, y los ojos se le achicaban tanto que parecía un chino. Yo a veces, por mi parte, le llamaba «chino». A cualquiera no le hubiera parecido original, ni siquiera a mí, pero a Elvis le encantaba. Tampoco creo que supiese lo que era China, ni yo tampoco.

El viernes, en mi segundo día de castigo, fuimos todos a cenar pizza al piso de Elvis: Armando, Claudia, Rebe y yo. Antes Elvis y yo nos fuimos a su cuarto a jugar al ordenador. Se nos estropeó el segundo joystick, un joystick viejo y grande que ya no valía para nada, así que nos repartimos las partidas. Pero era un aburrimiento porque el juego que habíamos cargado era Double Dragon II, uno en el que dos luchadores van pasando pantallas pegando palizas a sus enemigos, así que le dije a Elvis que mejor se sentase sobre mí, y los dos manejaríamos el único joystick.

Yo siempre me pedía a Billy Lee, el musculoso moreno, y Elvis se pedía a Jimmy, su hermano más rubio. En la vida real yo tenía el pelo más claro que Elvis, que era prácticamente pelirrojo, si se puede ser pelirrojo «prácticamente», pero a Elvis le gustaba que las cosas fueran así. Nos sabíamos de memoria el texto que traía el casete del juego. Habían matado a la novia de Billy Lee, Marian (Marian también era una niña de la clase de Rebe, una niña que no me caía muy bien y que además estaba en el corro que me despertó en sus baños, así que de repente no tenía ningunas ganas de vengarla). Pero como la habían matado, Elvis y yo salíamos a por los Black Warriors, que eran los malos.

La verdad es que yo creo que nuestra misión nos daba igual. Nos divertía ser otros en la pantalla, poder caminar a la izquierda o a la derecha según lo que ordenásemos con el joystick, y algunas veces jugábamos a intentar pelear entre nosotros, pero el juego no nos dejaba.

En una de las pantallas tuvimos que subir unas escaleras para llegar a un piso superior donde esperaban más enemigos. Yo me puse a subirlas primero, pero Elvis me dijo que me parase en mitad de ellas. No sé si me lo dijo o se dio la vuelta y me agarró el joystick, el caso es que paré y él empezó a subirlas con su luchador. Como los dos protagonistas se traspasaban, supongo que para que no nos pudiésemos pelear entre nosotros, Elvis subió y bajó a su Jimmy por encima de mi Billy Lee, y decía riéndose, como con gusto: «Ah, ah, ah». Entonces se puso a frotarse contra mí, que estaba debajo de él; yo me quedé callado con muchísimo sofoco en el pecho, una respiración entrecortada, y sentí que se me ponía todo duro dentro del pantalón del chándal.



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